El amigo Javier T a dado la mejor entrada a este blog que se podia hacer

Válame Dios, que de entre el puñado de sufridas senderistas que cada domingo acometen a la indómita Naturaleza, bregando contra vientos y laderas, andan despuntando ya las dos nuevas adalides de las hispanas letras, en pos de los pasos y gloria de la Matute.Y como rectificar es de sabios, parece de justicia que yo, otrora promotor de la sublime Jacque hacia el olimpo de la nonata Gacetilla Andariega, demande ahora una Redacción bicéfala para ese espejo bloguero en donde han de reflejarse las nuestras aventuras y desventuras de Los Hacendado, y que habrá de convertirse en incruento campo de batalla para el sin par duelo, que se adivina, entre esas esforzadas y valerosas plumas, a cuál más gentil e ingeniosa.Que el Altísimo guarde por muchos años sus ágiles cabezas y buenas manos.

viernes, 16 de septiembre de 2011

tozal de mallo

22 de junio de 2011

Tozal de mallo

Después de nuestra primera travesía por los pirineos aragoneses y francés, y de un merecido día de descanso, hemos decidido subir a un pico bonito, bonito, que presenta una pared vertical muy llamativa si la miras desde el valle de Ordesa. Dejamos el coche en el parking del valle y caminamos por la carretera hacia el principio de la senda que conduce al tozal. Andamos junto a un grupo que va con un guía. El guía anda muy deprisa y todos le siguen. Van con paraguas, (puesto que el día amenaza lluvia) y unos atuendos muy poco montañeros, pero llevan muy buen ritmo, así que sin ánimo de desestimar el poder del enemigo... continuamos sin adelantarlos (y es que la educación ante todo!). Cuando comienza la subida por un bosque muy húmedo y una senda empinada, toman una delantera increíble y los dejamos ir. Disfrutamos del bosque y sus sonidos.
Acaba la vegetación y nos separamos. Agustín quiere “ir a la brava” y se lanza a una pronunciada pendiente, saliéndose de la senda marcada. Chimo y yo confiamos en que no nos de ningún susto y continuamos por la senda. De repente vemos a muy pocos metros de nosotros un rebeco y luego nos percatamos de que Agustín ha asustado a un grupo y se han desplazado de tal manera hacia nosotros, que casi podríamos tocarlos. Nos hacemos señas y disfrutamos del espectáculo.
Para Chimo y para mí la senda se convierte en una serie de treperas, no muy difíciles, que conducen hasta el inicio de la llamada Fajeta, lugar de encuentro con nuestro amigo. Almorzamos antes de cruzar esa faja, unas “deliciosas barritas energéticas” y continuamos hasta las Clavijas de Carriata. Y es justo durante ese almuerzo cuando divisamos al grupo de antes, que va por la Faja Racón, dando la vuelta al poco rato y volviendo al parking. Las Clavijas de Carriata cuentan con dos pasos bien diferenciados. El primero de ellos lo pasamos los tres y disfruto enormemente, aunque me supone un gran reto conseguir vencerlo, pese a que cuento con el cuidado de mis amigos. El segundo paso parece mas difícil (especialmente si te paras a pensar que hay que volver por el mismo lugar y que lo que parece difícil de subida, de bajada se convierte siempre en una dificultad mucho más importante). Comienza Agustín y le sigue Chimo, mientras yo espero abajo a que ellos estudien la situación. De repente, cuando Agustín ya está arriba, Chimo se golpea con una de las clavijas fuertemente en la pierna, Su cara de dolor nos asusta y solo nos tranquilizamos un poco cuando encuentra una repisa en la que sentarse y aguantar el dolor momentáneamente. La conversación a base de la mirada entre Agustín y yo, es otro momento que no creo que ninguno de los dos olvidemos. Sabemos que hay que darle el tiempo justo para que se reponga del amargor y bajar “a toda tralla”, antes de que el músculo dañado se enfríe. Bajan a los pocos minutos. Y la operación de subida al Tozal queda abortada para otra ocasión. Desandamos por el primer punto de clavijas (Chimo, el primero, yo en el centro) con toda la precaución posible y comenzamos el descenso muy deprisa, al menos todo lo rápido que podemos. A Chimo le tiembla mucho la pierna e intenta disimularnos la cojera, que ni a Agustín ni a mi, nos pasa desapercibida. No hay apenas bromas por el camino, y muy poca conversación. Solo algunos comentarios de los dos hacia él, para intentar no hacerle pensar demasiado, en la posibilidad de que tengamos que anular el ascenso al Perdido y todas las excursiones que lleva en mente. Cuando alcanzamos el asfalto, respiramos tranquilos. Comemos en el restaurante del parking. Una gran comilona! Y esperamos a ver cómo se desarrolla el daño. Parece que no hay nada roto, solo es dolor por la contusión. Volvemos al campamento base y pensamos que mañana será otro día y que ahora lo importante es que Chimo duerma bien y se recupere.

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