El amigo Javier T a dado la mejor entrada a este blog que se podia hacer

Válame Dios, que de entre el puñado de sufridas senderistas que cada domingo acometen a la indómita Naturaleza, bregando contra vientos y laderas, andan despuntando ya las dos nuevas adalides de las hispanas letras, en pos de los pasos y gloria de la Matute.Y como rectificar es de sabios, parece de justicia que yo, otrora promotor de la sublime Jacque hacia el olimpo de la nonata Gacetilla Andariega, demande ahora una Redacción bicéfala para ese espejo bloguero en donde han de reflejarse las nuestras aventuras y desventuras de Los Hacendado, y que habrá de convertirse en incruento campo de batalla para el sin par duelo, que se adivina, entre esas esforzadas y valerosas plumas, a cuál más gentil e ingeniosa.Que el Altísimo guarde por muchos años sus ágiles cabezas y buenas manos.

viernes, 16 de septiembre de 2011

las entradas de turieto y el tozal de mallo

las entradas de Turieto y el Tozal de Mallo han sido redactadas por Constanza, la despistada de Constanza, que pese a haber sido ella misma, quien edita esto, olvidó poner su nombre. Lo digo (siendo Constanza la que habla por boca de Chimo jejejej) para que no os resulte extraño ver algo que aparentemente está publicado por Chimo pero habla de él en tercera persona

hasta Punta Acuta desde Turieto

23 de junio de 2011

Bosque de Turieto- Senda de los Cazadores- Punta Acuta

Realizamos una excursión que, no por ser de un día, tiene nada que despreciarle a la travesía del Vignemale. Como casi siempre, lo que comienza como un trayecto sin muchas expectativas, se convierte en una expedición inolvidable. Y es que, ante el cansancio que hace fuerte mella en nosotros, y que mis amigos han decidido regalarme un buen paseo por el bosque bajo de Turieto, no somos conscientes de todo lo que vamos a ir descubriendo poco a poco.
El bosque se inicia en la misma población de Torla y al poco tiempo de nuestra tranquila caminata, la senda se bifurca. En estas tierras las sendas se bifurcan siempre; mas pronto o mas tarde, como sirviendo de excusa para un regreso a ellas. Y eso es fantástico!. Por un lado podemos dirigirnos al Puente de Los Navarros y de ahí al valle de Bujaruelo; por otro, al valle de Ordesa, a través de Turieto y su espesura. El bosque de Turieto es sencillamente maravilloso. Discurre paralelo al río Ara y a lo largo del trayecto me siento fascinada por las aves, la vegetación, el estruendoso ruido del agua.... Chimo y Agustín, disfrutan a su manera, bajando a ver todas las cascadas que hallamos en nuestro camino. Y mientras yo, aprovecho para ver aves (hoy sí llevo los prismáticos). Petirrojos, Lavanderas cascadeñas, pinzones, oropéndolas, pito real...Se que debe haber miles de agateadores rodeando los troncos de los enormes árboles, pero no consigo verlos. Lo cierto es que mi mirada, y mi cuerpo avanzan tan nerviosos que no puedo permitirme el detenerme mucho, ante la gran cantidad de posibilidades que me ofrece la naturaleza en este lugar mágico, en el que solo por un momento me siento, y me parece vislumbrar un par de duendes a lo lejos, cruzando el camino, saltando alegres y divertidos al notar que han sido divisados.

Cuando los duendes llegan hasta mí, continuamos juntos el paseo hasta llegar al monumento a Briet y el puente sobre el río Ara. Seguimos por la senda hasta alcanzar el valle de Ordesa y detenernos en una gran explanada para almorzar. Al sentarnos, nos damos cuenta del tremendo hambre que tenemos y devoramos todo lo que encontramos en las mochilas. Nos planteamos el tomar un café antes de avanzar un poco mas y sorprendentemente no nos ponemos de acuerdo. Agustín quiere café pero no tiene fuerzas para acercarse a la cafetería, Chimo quiere subir por la Senda de los Cazadores y yo, que no tengo fuerzas ni para protestar, me enfurruño un poco, ya que solo he dicho una vez que no me apetece, que no puedo, que hoy era un día tranquilo... Al parecer, están obstinados en subir. Entonces, no se de donde, encuentro una terrible fuerza, me envalentono y comienzo a subir delante de ellos, movida por ¿la rabia? ¿El enfado? ¿O el urogallo, que de buen seguro habita en este bosque, y estoy dispuesta a ver sin necesidad de que ellos me lo espanten?
A medida que vamos ascendiendo encuentro mi ritmo, realmente fuerte y hago caso omiso a sus bromas e intentos de bajar el ritmo. En este momento, solo pienso que este es mi ritmo y que cada cual debe subir esta dura senda al suyo, igual que hemos hecho en veces anteriores. Se que no van a enfadarse por ello, que no les va a molestar que yo haya sacado una fuerza casi sobrehumana de mi mente y les lleve mucha ventaja. Es más, se que después, hasta alardearan de ello. Voy tan lanzada, que Agustín tiene que avisarme de un grito, para que no me salga de la senda marcada y caiga por un precipicio. Estoy en “mi tubo” como el último día, lo estará Chimo y me mostrará lo que es exactamente. En este día, no parezco entender nada, ni sentir dolor ni angustia, ni pensar. Solo parezco buscar el urogallo como si estuviera endiablada. No lo veo. Otra vez será. Pero la ascensión me ha enseñado mucho, me ha subido el ego enormemente, me ha demostrado que soy fuerte, muy fuerte, tanto como quiero en un momento dado. Mas de dos meses, tardaré en entender la situación realmente. Cuando se repita, practicando running, junto a Chimo y sienta vértigo, mareo, hambre, que voy a desfallecer, pero siga y siga, al mismo ritmo, hasta el final. Sin ver nada, sin sentir nada. ¡Tal vez la negra ave pasó ante mí y ni me enteré!. Pero eso no me importa mucho. Es otro motivo más para volver. Y voy sumando.
Desde arriba de la senda divisamos el parking de Ordesa y bromeamos. Chimo se pone de nuevo la venda que rodea su pierna dolorida por el golpe de ayer. Esa venda que es la única que ha conseguido que yo me detuviera en la subida una sola vez y tan apenas, dándole el tiempo justo para colocarla.
Seguimos andando por una faja preciosa y encontramos una zona con cadenas para escalar hasta el punta Acuta. Pero Chimo dice que es difícil para él con su estado y considera, que imposible para mí. Agustín la prueba y recorre dos tercios de subida, volviendo a bajar cuando ve que no continuamos. Yo tengo tal subidón de adrenalina que me comería las cadenas con un poco de pan. Trabajo y decisiones en equipo.
Chimo prueba a continuar por la faja, descendiendo por un lugar peligroso con pendiente muy acentuada, donde una piedra cae rodando como consecuencia de sus pisadas y le perdemos la pista (incluida la sonora). Puede que este sea el paso más difícil que realicemos en estos 15 dias y sin embargo antes de separarnos, nos hemos hecho una foto divertida de los tres, como si toda pared, todo desnivel, nos pareciera poco.
Al avanzar Chimo con sumo cuidado, descubrimos que aquella estrecha subida que viene a continuación, se puede hacer con precaución y que la bajada previa es lo más complicado. Así pues seguimos sus pasos, primero Agustín, luego yo. Los dos me vigilan atentamente jejeje. No estoy dispuesta a abandonaros.
La senda continua ascendiendo y espantamos a un grupo de sarrios. Fantástico verlos saltar y trotar en un ambiente tan pedregoso y complicado para nosotros! Descubrimos después unos pinos muertos, quizá por la acción de rayos, quizá por la del frío viento y la nieve, cuyas formas son dignas de recordar de por vida. Un pequeño número de ejemplares secos. Naturaleza muerta! Pero igualmente bella.
Por fin llegamos a la parte más alta y vemos el punta Acuta a nuestra izquierda. Totalmente ralo de vegetación. Parece contar solo con una pradera de césped y apenas hay 1 km hasta su cima. Agustín culmina, Chimo le sigue un rato pero decide quedarse a meditar muy cerca de la cima. Yo me quedo sentada, maravillada de todo lo que hemos hecho, valorando el enorme esfuerzo realizado, la belleza del momento. Me acompañan unas collalbas rubias entre las piedras. Y de repente una pareja de americanos. Ehhhhhhhhhhh? Sí, un hombre y una mujer de edad mas que madura. Resulta que detrás de mi hay una pista forestal amplia y buena. Y los turistas con poderío, suben en 4 por 4 hasta allí por una pista que está cortada al tráfico. Cuestión de dinero! No los envidio en absoluto. Mis sensaciones son mágicas hoy.
Cuando mis amigos vuelven, iniciamos el fuerte descenso por esa interminable pista, que tiene bucles y mas bucles, que parecen no acabar nunca. Atajamos a menudo por las laderas, para evitar el fuerte sol, pero el calor es también insoportable en esas vertientes de solana. En el último descenso, creemos desfallecer, como consecuencia del fuerte calor pero, lo conseguimos y llegamos al pueblo, bromeando ante el recuerdo del encuentro con una decena de turistas japoneses, que habiendo sido conducidos a un mirador en todo terreno, nos observan con todo el asombro que es posible mostrar en sus ojos asiáticos.

tozal de mallo

22 de junio de 2011

Tozal de mallo

Después de nuestra primera travesía por los pirineos aragoneses y francés, y de un merecido día de descanso, hemos decidido subir a un pico bonito, bonito, que presenta una pared vertical muy llamativa si la miras desde el valle de Ordesa. Dejamos el coche en el parking del valle y caminamos por la carretera hacia el principio de la senda que conduce al tozal. Andamos junto a un grupo que va con un guía. El guía anda muy deprisa y todos le siguen. Van con paraguas, (puesto que el día amenaza lluvia) y unos atuendos muy poco montañeros, pero llevan muy buen ritmo, así que sin ánimo de desestimar el poder del enemigo... continuamos sin adelantarlos (y es que la educación ante todo!). Cuando comienza la subida por un bosque muy húmedo y una senda empinada, toman una delantera increíble y los dejamos ir. Disfrutamos del bosque y sus sonidos.
Acaba la vegetación y nos separamos. Agustín quiere “ir a la brava” y se lanza a una pronunciada pendiente, saliéndose de la senda marcada. Chimo y yo confiamos en que no nos de ningún susto y continuamos por la senda. De repente vemos a muy pocos metros de nosotros un rebeco y luego nos percatamos de que Agustín ha asustado a un grupo y se han desplazado de tal manera hacia nosotros, que casi podríamos tocarlos. Nos hacemos señas y disfrutamos del espectáculo.
Para Chimo y para mí la senda se convierte en una serie de treperas, no muy difíciles, que conducen hasta el inicio de la llamada Fajeta, lugar de encuentro con nuestro amigo. Almorzamos antes de cruzar esa faja, unas “deliciosas barritas energéticas” y continuamos hasta las Clavijas de Carriata. Y es justo durante ese almuerzo cuando divisamos al grupo de antes, que va por la Faja Racón, dando la vuelta al poco rato y volviendo al parking. Las Clavijas de Carriata cuentan con dos pasos bien diferenciados. El primero de ellos lo pasamos los tres y disfruto enormemente, aunque me supone un gran reto conseguir vencerlo, pese a que cuento con el cuidado de mis amigos. El segundo paso parece mas difícil (especialmente si te paras a pensar que hay que volver por el mismo lugar y que lo que parece difícil de subida, de bajada se convierte siempre en una dificultad mucho más importante). Comienza Agustín y le sigue Chimo, mientras yo espero abajo a que ellos estudien la situación. De repente, cuando Agustín ya está arriba, Chimo se golpea con una de las clavijas fuertemente en la pierna, Su cara de dolor nos asusta y solo nos tranquilizamos un poco cuando encuentra una repisa en la que sentarse y aguantar el dolor momentáneamente. La conversación a base de la mirada entre Agustín y yo, es otro momento que no creo que ninguno de los dos olvidemos. Sabemos que hay que darle el tiempo justo para que se reponga del amargor y bajar “a toda tralla”, antes de que el músculo dañado se enfríe. Bajan a los pocos minutos. Y la operación de subida al Tozal queda abortada para otra ocasión. Desandamos por el primer punto de clavijas (Chimo, el primero, yo en el centro) con toda la precaución posible y comenzamos el descenso muy deprisa, al menos todo lo rápido que podemos. A Chimo le tiembla mucho la pierna e intenta disimularnos la cojera, que ni a Agustín ni a mi, nos pasa desapercibida. No hay apenas bromas por el camino, y muy poca conversación. Solo algunos comentarios de los dos hacia él, para intentar no hacerle pensar demasiado, en la posibilidad de que tengamos que anular el ascenso al Perdido y todas las excursiones que lleva en mente. Cuando alcanzamos el asfalto, respiramos tranquilos. Comemos en el restaurante del parking. Una gran comilona! Y esperamos a ver cómo se desarrolla el daño. Parece que no hay nada roto, solo es dolor por la contusión. Volvemos al campamento base y pensamos que mañana será otro día y que ahora lo importante es que Chimo duerma bien y se recupere.

jueves, 15 de septiembre de 2011

mi primera travesia en el pirineo aragones-ordesa

Por Constanza:


Travesía circular del puerto de Bujaruelo a mazizo de Vignemale (España-Francia)

15 junio 2011
Por fin, una vez realizado mi exámen de certificación de inglés, recogemos a Agustín en la estación de tren de Sagunto, después de haber recibido mas de 4 llamadas de él, a lo largo de la tarde. Son las 20:20 horas y en el coche hay histeria colectiva. Tanto que a las 21:13, Agustín se toma el primer ibuprofeno. Para celebrarlo vamos!
El viaje transcurre sin prisas pero con nervios. Paramos a dormir en un hotel de Zuera a las 2 de la madrugada, en el que pretenden cobrarnos de más pero... no lo consiguen!

16 junio 2011
A las 7:30 de la mañana salimos duchaditos del hotel (menuda sudada hemos pillado esta noche) y con un sueño de mil pares.
Hasta que no pasamos Nuero, no empieza un bonito paisaje (tengo nuero que no he dormido!)
Y ya en Sabiñanigo se vislumbran 2 picachos de muy bonita apariencia (jejejeje). Por supuesto en Gabin hay parada para café y al llegar al Puerto de Cotefablo uffffffffffffff, empieza a ser mayor el nerviosismo.
Al llegar al Torla, me quedo un pelín desencantada con las construcciones rurales. No imaginaba un pueblo tan turístico (pese a que Chimo me había advertido). Buscamos alojamiento en el camping en una cabaña junto a los baños. El camping está casi vacío! Biennnnnnnnnn!

17 junio 2011
5:30 salimos del camping San Antón y nos dirigimos al valle de Bujaruelo con el coche. Son unos kilómetros fantásticos donde empieza a amanecer con el ruido del agua y una vegetación que me deja sin habla (y eso que ayer tarde dimos una vuelta en coche por allí)
Comenzamos nuestra travesía de 4 días a las 6 de la mañana, dejando el coche en el refugio de Bujaruelo. Hacemos unas fotos de rigor, bromeando junto al coche y sobre el puente de piedra y empezamos a caminar por el Valle de Bujaruelo, donde descubro las primeras campánulas (Campanula cochearifolia), que días después volveré a encontrar en Goriz, y oigo el sonido de algún pífido. Me doy cuenta de la buena compañía que traigo y de lo mucho que juntos vamos a disfrutar y comienzo a soñar, acompañada por el resoplido entrecortado, motivado por mi esfuerzo, con los desniveles que vamos a superar y ese cruce de frontera tan ansiado. La subida es fuertemente empinada, pero nada comparable con la pendiente que nos espera a partir de la bifurcación. Abandonamos a la derecha una senda que se dirige al puerto de Bujaruelo y continuamos por la senda de la izquierda (Plana de Sandaruelo, que al cabo de muy poco, no tiene nada de plana. De echo a mi me parecerá menos fuerte, el puerto de Bujaruelo, unos días después)). La mochila que llevo sobre mi espalda me pesa enormemente y pienso en el esfuerzo que mis amigos están realizando también, puesto que, pese a su mejor constitución y preparación física, cuentan con un mayor peso sobre sus espaldas. Comenzamos a ver buitres leonados sobre nuestras cabezas y, pese al disfrute de la escena, me doy cuenta del gran acierto de dejar los prismáticos en el campamento base. Observo una pareja de collalbas grises y llego a la conclusión de que el disfrute de la observación de aves a simple vista en este lugar, es maravilloso. El entorno es mágico, especialmente cuando llegamos arriba y la niebla que venía siguiendo nuestros pasos desde el valle, hace una hora, comienza a envolvernos. Y de repente, ahí están! 5 ejemplares de la Flor de las Nieves (Leontopodium alpinum Cass subs alpinum), juntitas, pegaditas a la senda y saludándome tímidamente. Tengo que llamar a Chimo para que me confirme que se trata de ella pues mi corazón se acelera y no soy capaz de mirar objetivamente sus características. Ni siquiera realizo una foto, ni tomo un ejemplar (algo de lo que muchas veces, con posterioridad me he arrepentido, aunque no esté bien el decirlo).
La intensidad de la niebla crece y crece hasta que no conseguimos ver mas allá del pie que tenemos delante y nuestro guía montañero y espiritual (estoy segura de que para los dos) decide parar. Nos plantea el regresar y abortar la operación pero encuentra dos obstinados seguidores que con arrumacos y guiños consiguen postergar la decisión, proponiendo realizar una espera de una hora para ver que nos depara el destino. La prorroga se incrementa a dos horas, en las que pasamos frío y nos mojamos, pero reímos y somos muy felices al mismo tiempo. Nos preparamos nuestro propio refugio con las mochilas y los aislantes y nos abrigamos lo mejor que podemos. “Mis chicos” me protegen situándome entre medio de ellos, pero estoy tan feliz por estar aquí, que me delata mi inquietud y nerviosismo, cuando me levanto para realizar fotos. Y sí, ese momento queda inmortalizado, aunque cuando vea las fotos días después, me de cuenta de que no era necesario. Mi memoria, nuestras memorias, están llenas de los más vívidos fotogramas, y esos perduraran por siempre. Sin necesidad de cámaras fotográficas!.
Parece que la niebla comienza a disiparse muy tímidamente así que decidimos continuar. Y empezamos a dirigir nuestros pasos hacia el Ibón de Bernatuara a 2305 m (ese que tantos quebraderos de cabeza nos ha dado y nos va a seguir dando). Y es que no lo encontramos hasta que Chimo no se encuentra con uno de sus pies dentro de él. Lo rodeamos por su orilla buscando la senda que nos lleve a Francia, pero la niebla continua desorientándonos. Tomo una pequeñísima piedra como recuerdo, cuya forma me recuerda a la Península Ibérica, y que servirá días después y estoy segura de que meses y años, para recordar la vuelta completa que le damos al Ibón. Así que cruzar al otro país tiene su gracia. Y aún más cuando al llegar arriba, a la frontera, descubrimos una Francia soleada y a un par de italianos que vienen en contradirección y que se quedan atónitos cuando ven “que no ven nada”. Les advertimos del peligro, pero continúan.
Iniciamos nuestro descenso por el valle soleado de la Canau, que se dirige a Lourdes y en el camino descubrimos el refugio no guardado de Lourdes a 1947 m (que presenta muy buen aspecto desde fuera, aunque está ocupado), y a nuestras amigas las marmotas (Marmota marmota, Alpine marmot). Son enormes (55 cms y unos 7-8 kilos), graciosas, descaradas y se dejan fotografiar como si se tratara de modelos muy cotizadas. Debajo de las grandes piedras desparramadas por el valle, están las entradas de sus madrigueras y corretean entre los rebaños sin ningún temor. Son animales originarios de los Alpes e introducidos por cazadores franceses y sus únicos enemigos son algunas rapaces como el búho o el águila real, así que poco tienen que temer.

Seguimos bajando y bajando por el valle de Oulettes... hasta que la senda del GR, pasa a enlazar con la HRP girando hacia el oeste. Mi cansancio es insoportable pero aun quedan unas 3 horas para llegar al refugio guardado de Bayssellance, donde Chimo tiene idea de pernoctar. No quiero que no lleguemos por mi, no quiero!. Chimo y Agustín deciden llevar mi mochila hasta la subida al refugio pero a mi eso no me parece muy buena idea, por lo difícil que creo que puede resultar para ellos. Así que nos planteamos el dormir allí, en D`Ossoue (me apetece muchísimo despertar mañana en un enclave como este, pero no se si a ellos les gusta la idea y empezamos a hablarlo). La pequeña cabaña que queda un poco desviada de nuestro camino, ha sido ensuciada por el rebaño y es imposible dormir en ella. Así que la mejor idea es plantar la tienda y vivaquear. La tarde noche se convierte en otra escena inolvidable para mí: buena cena y mejor compañía. Caemos rendidos antes de que anochezca y dormimos de un tirón.

18 junio 2011
Despertamos muy pronto, a las 6 pero sopla un viento infernal. Así que “el guía” decide que esperemos un poco antes de desmontar el vivac. Al cabo de un poco más de una hora el viento ha cesado y el día esta claro y precioso. Desmontamos nuestro campamento e iniciamos la muy, muy fuerte ascensión. Nos damos cuenta de lo acertado de nuestra elección, eligiendo parar la tarde anterior justo a tiempo. Vamos cruzando agua de ríos procedentes del deshielo (Rou de Zapon, Rou Montferrat) y bastantes franceses, frescos como una rosa, nos adelantan. Han dejado el coche en un parking cercano y su ruta montañera consiste solo en subir al refugio. Ese refugio que nunca aparece. En su lugar presenciamos paisajes muy hermosos, la brecha de Rolando queda allá lejísimos, a nuestras espaldas. Se vislumbran también el Monte Perdido (donde haremos cumbre casi 15 dias después) y el Marboré (este quedará pendiente para una próxima cita con Ordesa).
En las montañas que nos rodean hay mucha nieve, y poco a poco vamos alcanzando alturas iguales y casi superiores a las de las nubes. La niebla queda en los hondos y el sol en las alturas. El cansancio “pica” mucho en las piernas, en la espalda y las cervicales... pero sobradamente vale la pena. Estoy emocionada con tanta belleza. Y me siento muy feliz de ver cómo mis amigos se preocupan por mí y no me pierden de vista. No pueden llevar mi lento ritmo porque de lo contrario se agotarían y eso hace que, en algunos momentos, me desmorone, pensando que ellos llevan una buena conversación y yo no tengo a nadie con quien hablar y compartir la emoción de cada paso. Pero mi carácter optimista me hace ver el buen equipo que formamos, lo acertado que fue decidir que Agustín y no otro, sería un gran compañero de viaje, que la convivencia sería buena y el viaje agradable. Me gusta mucho cómo nos llevamos los tres, entre nosotros, de dos en dos, cada pareja a su manera. En trío, a la perfección.

Aún queda media hora de camino según el cartel, pero mas de una hora con nuestro peso y mi ritmo y se aproxima la hora de la comida en el refugio. Chimo, que teme por que nos quedemos sin plaza para las viandas, ante el gran número de franceses que llevamos por detrás sin apenas peso en sus espaldas, le pide a Agustín que se adelante para reservar. Y Agustín, en un acto de valentía se lanza a la ascensión. No sabe que el cartel que lee “30 mm” no quiere decir 30 metros sino 30 minutos! Así que cuando empieza a subir a mayor ritmo con su mochilón, empieza a desesperar por encontrar el refugio, pero... por supuesto que consigue una plaza para que los tres comamos fenomenal.

Por el camino, coincidimos con gente muy maja: un grupo de vascos que bromean con las dimensiones de la mochila de Chimo, cuando nos ven descansando, mientras Agustín ha tomado la delantera. El ambiente montañero es genial y todavía más cuando en medio de tanto extranjero descubres a alguien de tu país. Con algún francés muy amable, también entablamos conversación. Ya sabéis, no hay que desperdiciar la oportunidad de aprender idiomas y hacer amigos!
Por fin llegamos al refugio de Bayssellance (2651 m), y oímos el silbido de nuestro querido amigo desde una gran piedra. Prueba conseguida! Descansamos., comemos y buscamos sitio para nuestra tienda. Lo dejamos desparramado todo y le hacemos nuestro regalo de cumpleaños a Agustín: 31 años y subida al Petit Vignemale (mi primer tres mil, cuya ascensión difícilmente olvidaremos Quino y yo). Allí bautizo a mi piolet como Pierre (para algo se ha estrenado en tierras francesas conmigo jeje). Me pongo los crampones por primera vez y descubro lo que es una nieve blanda, una sopa (en la bajada), la alegría de descubrir una pareja de armiños a mitad camino hacia su cima, la fantástica sensación de seguir a un experimentado que abre huella y nos enseña nuestros primeros pasos (paso francés, paso de pato...), la emoción compartida con mis amigos y unos franceses, al alcanzar la parte más alta, la euforia de conseguir bajar de un pico alto y maravilloso con nieve, sin daños importantes (aunque en la primera demostración que Quino nos hace sobre que hacer en caso de caída, se hace una herida en la parte inferior de la muñeca que podría haber sido un problema gordo...)

Y me doy cuenta de lo a gusto que me encuentro con “mis chicos”, de lo protegida que estoy con ambos, de que, con el suficiente entrenamiento en mi vida, seguiría a Chimo hasta donde me pidiera, porque me hace muy feliz.

Después la cena en el refugio, risas con los compañeros de mesa y sueño, mucho sueño que viene motivado por las fuertes emociones del día.

19 junio 2011

Madrugamos y conseguimos uno de los pequeños sueños de Chimo: recorrer el glaciar de mayor extensión de Pirineos. Lo primero es descender bastantes metros desde el refugio, desandando una parte importante del camino que ascendimos ayer para llegar a Bayssellance. Después debemos andar paralelos a una pared que parece pretender lanzarme al vacío. No se porqué ocurre en ese momento, pero me amilano y Chimo tiene que relajarme y hacerme aprender a ignorar mi miedo y vértigo, para así poder continuar la ruta hasta la base del glaciar, donde ya debemos calzarnos los crampones. Mis amigos recurren a sus tácticas para sacarme de ese atolladero en el que yo solita parezco haberme visto envuelta: Chimo a recordarme que soy fuerte, que puedo y que confía en mi; Agustín usa su camadería y paciencia infinita conmigo.
Al sentarnos para ponernos los crampones, descubrimos que es domingo! Nunca días atrás habíamos encontrado gente en las rutas y hoy parece haber salido de debajo de las piedras, junto a los armiños. Se desperdigan por el glaciar en decenas y todos, absolutamente todos, se dirigen a un único pico: Pico Longue, cuando el resto iguala en belleza a este, e incluso lo supera. Comenzamos la ascensión fuerte, realmente fuerte, pero que me dice una vez más que yo lo soy más. Cuantas veces me lo estas demostrando!
El Glaciar d’Ossoue es sencillamente, grandioso. Para recorrer su larga lengua, hay que salvar un desnivel y distancia considerables. Y es que el glaciar se prolonga más de lo que su soleada orientación podría permitir creer, cuando durante nuestra ascensión, los fuertes rayos de sol inciden sobre nuestras espaldas. El circo superior, es perfecto, aferrándose a las paredes del dilatado semicírculo rocoso que lo enmarca, Pico Montferrat, Pico Central, Pico Cerbillona y Pico Longue o Vignemale (en aragonés Comachibosa). En esa subida, aprendemos a obviar lo que no nos gusta del lugar: la multitud. Y de repente nos encontramos solos, como si no hubiera nadie más, subiendo y subiendo y decidiendo hacer el Central (3235 m) y el Cerbillona (3247 m) y dejando el Vignemale para otra ocasión (que no sea domingo por Dios!). Después, mientras escribo este texto, me doy cuenta de que hemos ido dejando cosas a nuestro paso para tener una buena excusa y poder volver pronto a Ordesa. Los mismos. El mismo grupo. Un auténtico equipo. Con una compenetración indescriptible.
Desde la parte superior del glaciar, desde el Pico Central, majestuoso, admiramos el glaciar y sus dimensiones. Nos acompaña un viento gélido que me hace temblar al encontrarme empapada por el esfuerzo, pero no cambiaría ese momento por nada: Chimo preocupándose de que me abrigue, los tres sopesando las fuerzas que me quedarían para la bajada por el glaciar, si subo al Cerbillona junto a ellos, mi valoración y acertada decisión de esperarlos a ambos a sus pies, la renuncia de Chimo a hacer cumbre por permanecer junto a mi, la gran dificultad técnica para que ambos suban y bajen una pared casi vertical y la visión del video que Agustín ha grabado en la cumbre y nos regala, como muestra de gratitud.
El descenso es largo y lo realizamos muy concentrados y pendientes de la gente que baja poniendo en riesgo su vida y la de los demás. Al llegar a la base y descalzarnos de los crampones, emprendemos la vuelta al refugio por un camino que es una senda- pedrera de muy difícil bajada. Elegimos ese, para no volver a pasar por el sitio donde me quedé atemorizada hace unas horas y porque a los tres nos gustan las experiencias nuevas y los caminos que requieren el uso de la técnica. Agustín se queja de las rodillas bastante, pero es fuerte y resiste. Chimo, desciende muy rápido, deslizándose, con esa gracia que le caracteriza en los lugares de piedra suelta y resbaladiza. Yo no tengo problemas, me muevo como pez en el agua. También me gustan mucho ese tipo de bajadas.
Al emprender la subida hacia el refugio, los tres sonreímos al ver lo fácil que resulta realizarla sin llevar el gran peso a la espalda con el que contábamos ayer, en la misma senda. Creo que eso hace que los tres, individualmente pensemos en nuestro esfuerzo y lo valoremos mucho más de lo que lo hicimos hace unas 30 horas. Aun así, al llegar arriba, solo queremos sentarnos en la puerta del refugio y bebernos una cerveza bien fría (natural! A temperatura del glaciar) y brindar ante nuestros logros. Al rato cenamos y los chicos montan la tienda, aunque antes remolonean bastante en el circulo de piedras. El cansancio hace mella también en ellos, pero los tres pensamos que realmente esto vale la pena.

20 junio 2011
Madrugamos y desayunamos a las 6. Desmontamos nuestra maravillosa tienda y emprendemos la que será la mas dura de las rutas en esta quincena: el regreso a España a través de la llamada Senda de los Mulos, no sin antes descender hasta el refugio de Oulettes de Gaube (2154 m) emocionados ante la visión de la cara norte del Vignemale. Disfrutamos de los crampones a lo largo de toda la bajada, de la visión de un serac que parece querer acabar de desprenderse en breve, y de una climatología y paisaje que adoro en la alta montaña: viento, frío, umbría y sol. No se porque extraña razón me gusta mucho más la montaña en condiciones que no sean perfectas. Una climatología dura hace que me crezca e intente con mucho mas ahínco superarme.
Empezamos la bajada por la ladera del valle, viendo en la paredes de enfrente el paso de los mulos que parece llamarnos y decirnos: ¿os atrevéis?. En el fondo del valle se vislumbra una tienda de calidad, amarilla “molona” y un poco más a lo lejos un refugio espectacular, al que decidimos llegar para tomar un café. Al continuar el camino, encontramos ya en la parte baja muchas piedras entre las que transcurre una buena corriente de agua procedente del deshielo. En uno de esos pasos me tuerzo el tobillo izquierdo y me hago daño pero me digo a mi misma que con las botas de alta montaña es imposible hacerse un esguince (me lo dijo Chimo y le creo) así que continuo pese al dolor. A medida que pasan los minutos el dolor se incrementa y de repente descubro que el cordón de la bota estaba desatado y mi tobillo puede moverse con facilidad dentro. Entonces me asusto, pensando en la posibilidad de un esguince y de fastidiar la ruta por mi culpa. Recuerdo la situación con Jaque en pascua así que decido continuar y no decir nada esperando a concluir la subida del puerto de los mulos y sin atreverme a sacar el pie de la bota por lo que pueda pasar. Llegamos al refugio pero no nos quieren dar café asi que realizamos unas fotos y seguimos. Nos lleva un rato cruzar el valle hasta la base del puerto de los mulos. Hay sitios magníficos para acampar, con los típicos círculos de piedra. Al comenzar a subir, descubrimos que la pendiente es realmente dura y pega un sol muy fuerte sobre estas rocas gigantescas sobre las que nos movemos. No se que tipo de piedra es, muy rojiza casi negra. Vemos marmotas moverse entre ellas jajaja. Agustín sube delante y cuando alcanzamos el tercio final cubierto de nieve toma una delantera increíble. Está fuerte y quiere demostrárselo a si mismo. Ahí tu, valiente! Chimo se queda conmigo y se le hace muy dura la ascensión con esos 30 kilos de peso a la espalda. Pero lo conseguimos. Los últimos metros los hacemos saliendo a la peor senda que he visto en mi vida, una senda de lajas enormes -como diría Paola-, sobre las que hay que saltar y muchas veces bajar de ellas haciendo uso de las manos. Agustín concluye ese tramo por la nieve pero Chimo decide que para nosotros es mejor la piedra y creo que acierta porque mis piernas parecen querer reventar en la subida por nieve.
Llegamos a la frontera. Españaaaaaaaaaaaaa! 2154 m! Hemos subido 437 m de desnivel en poco mas de 1 km! Y pienso, bueno aquí, si me pasa algo ya pueden socorrerme!. Al ir bajando hacia el valle del otro lado, les comento lo de mi pie. Chimo me descalza y me pone ibuprofeno. Esperamos un rato prudencial y cuando él observa que el pie no se inflama decidimos seguir. Al cabo de unos minutos el dolor ha desaparecido por completo aunque reaparece a las 2 horas pero más calmado.
La caminata por el valle final, puede conmigo. Dejamos a la derecha varios afluentes (Barranco Espeluns, Barranco de Bilu) y los valles de Ordiso y Otal (otra cosa pendiente para una próxima visita) y andamos kilómetros de pradera llenos de la mas diversa flora arvense. Existen unos ejemplares de Rododendron muy bonitos y fotografío uno de ellos. Mis amigos intentan hacerme reir y me apoyan pero llega un momento en que a Chimo le vence la paciencia y estallo. No he comido, bueno, en realidad debería decir que hemos malcomido un poco de magro y una lata de atún y no puedo más. No me quedan fuerzas para disfrutar la vegetación que tanto me atrae siempre y el río Ara, con su gran fuerza, parece no querernos permitir pasar a su otra vertiente (que es por la que deberíamos ir, pues todo el camino hemos andado por una senda que deja el río a su izquierda y no aparece en nuestro mapa). Pero Chimo consigue encontrar el paso-no por ello poco difícil, puesto que se ha de descalzar y cruzarme en volandas- Tengo que recurrir a cosas que no quiero: soltar la mochila y tomarme un sobre de cafeína. Al cabo de unos minutos parece que recupero algo de fuerza, que me dura un par de horas. Después, ya alcanzado el valle de Bujaruelo, que se me hace interminable, me viene de nuevo el bajón. Llegar al coche es un auténtico sufrimiento, al verme vencida física y anímicamente. En esos momentos solo pienso que estoy odiando Ordesa y que no estoy dispuesta a repetir una jornada como esta, salvo en caso de extrema necesidad. No comprendo porque Chimo se niega a acampar si llevamos tienda. No me gusta sufrir así y pienso que eso solo debe ocurrir en caso de entera necesidad. La travesía ha sido inigualable, pero esta etapa final querré borrarla de mi mente y no podré. Se que los segundos bellos serán los que a la larga perdurarán pero...se que esto no tiene ninguna razón de ser y no comprendo a Chimo ni a Agustín que solo quieren llegar.
Meses después, mis sentimientos cambiarán y pensaré que esta travesía fue mágica y que no me gustaría olvidar nada de ella, ni esa última etapa, tan siquiera. Vencí a mi mente, porque la concluí y aunque alguno después me haya tachado en muchas ocasiones de blandita porque tuvieron que llevarme la mochila, cada vez que eso sucede, sonrío para mis adentros porque solo mis 2 amigos y yo, sabemos lo que vivimos, lo que vencimos y cómo logramos superarnos los tres. Cada uno a su manera, cada uno a su ritmo, pero unidos, muy unidos.

martes, 17 de mayo de 2011

Pico Espadan y Rapita

para el proximo dia 22 de mayo nos vamos a una salidita de esas "informales" hacer el pico Espadan y la Rapita ( sierra de Espadan), unos 20 kilometros pero con unos 1500m de desnivel positivo acumulado, un recorrido casi integramente por sendas, si alguien esta interesado en venir solo tiene que poner un comentario

sábado, 30 de abril de 2011

Empiezo a escribir el Martes, 26 de abril de 2011.
No es fácil describir las sensaciones del domingo pasado cuando nos reunimos al terminar la ruta, porque siempre es complicado poner negro sobre blanco las emociones y los sentimientos. Y esta vez han sido emociones fuertes y sentimientos intensos. Sin embargo, necesito intentarlo antes de que la vida diaria consiga que se diluyan y se transformen solo en un recuerdo.
Los Montes Universales es uno de los parajes naturales más hermosos y desconocidos de la península, y Chimo lo sabe. ¿Cuántas veces hemos podido pisar la hojarasca de un bosque como ese? ¿Dónde hemos pasado de andar bajo los pinos a vadear un río, atravesar a continuación un pueblo y subir un cañón media hora después? ¿O cuándo hemos andado durante tantos kilómetros sin encontrar a nadie? Hace mucho tiempo que al jefe le obsesiona ese lugar. Imagino que este fin de semana ha cumplido un sueño. Uno pequeñito, aunque sea.
Pero hoy he estado trabajando todo el día solo, metido en la planta cuarta de un garaje subterráneo. Nueve horas enfrascado en mis pensamientos, sin música, ni noticias, ni nadie con quien hablar. Y, a toro pasado, me he dado cuenta de que dónde hemos estado me la trae un poco al pairo. Un magnífico fondo verde, marrón y gris, empapado de aroma a tomillo y vegetación húmeda, aire abierto hasta donde alcanza la vista. Pero me da que hubiéramos disfrutado igual cruzando el desierto del Gobi (no te lanzes, Chimo, es sólo una forma de hablar) o recorriendo la Gran Vía Germanías en pololos.
Hubiera dado lo mismo. En cualquier sitio donde estuviéramos Constanza sería una cabra loca, gritona, gamberra, cabezota y neurótica... y perspicaz, generosa, luminosa, espontánea, ingeniosa, divertida y otra vez gamberra. Todo el monte para tí, tía, hasta donde seas capaz de marcarlo. Este Chimo sabe lo que se hace: dos meses organizando carnicerías le bastan para ligarse a la rubia.
Silvia, hermosa, oírte lamentarte estos días sobre tu estado de forma ha sido descorazonador. Ahora que nadie nos oye. No sé cómo se dice esto en Murcia, así que te lo diré de la única forma que se me ocurre: lo tuyo basta para ponérsela dura al Obispo de Calomarde. Que los tontos que andamos por este mundo no tengamos los huevos y la sensatez de tirarte los trastos no es un problema tuyo, sino nuestro. Arriba ese ánimo y sigue haciendo bien las cosas que sabes que estás haciendo bien.
Xelo, dicen que las mejores esencias vienen en frasco pequeño. Si yo tuviera la mitad de la energía y la determinación que tienes tú me construiría un chaletito con cajitas de cerillas. Y me daría tiempo de reírme todo el rato de los funcionarios que no trabajan. Bien visto, Alfredo, compañero de alopecias. ¡Te quiero, tío! ¡Tomp, tomp! Golpes en el pecho. Os debo un cafelito.
Beni, si lees esto no te asustes. Es normal. Si vuelves un par de veces más lo entenderás mejor. Y mejor que vuelvas, que en esta secta se entra fácil pero se sale con agujetas.
Los que ya sufrimos de toda una generación completa detrás nuestro solemos creer que cuanto más jóvenes mayor proporción de capullos. No debe ser verdad. A las pruebas me remito. Un día aparece un tipo de la nada, así, como quien no quiere, y al rato parece que ha estado siempre ahí. Un compendio de sensatez y buenas vibraciones. Todo un misterio. A pesar de ello, a ratos, un instinto atávico me asalta: “acaba con él, lanza su cuerpo a un pozo y hazlo desaparecer”. No hay cuidado, Agustín corre mucho más. Y además tiene la piel suave que enamora. Agus, estamos intentando erradicar el pollo de nuestras vidas, pero no te puedo prometer nada.
Francesc, cuando acabes con la fase de documentación empieza a escribir la biografía de la Tribu Acendado. ¡Qué cabrón! Poco a poco, discretamente y sin que seamos conscientes, sabe de nosotros hasta las cosas que ya se nos habían olvidado. El otro día, antes de darme cuenta, le había contado mi vida. Discreción, esa es la palabra. ¡Tomp, tomp! Más golpes en el pecho. Contra todo pronóstico cada día me divierto más contigo. No cambies nunca.
Hum... ¿Falta alguien? ¡Oh, vaya! Casi me dejo a Jacqueline...
Pues al final va a ser que las esencias excepcionales vienen en el envase que les da la gana. ¿Alguien se dio cuenta de que en cuatro días apenas vimos el sol? Ni falta que hizo el sol: Jacque estaba allí. No se me ocurre nada más que añadir, excepto pedirte disculpas. Después de tres días de buen rollo, cánticos, orquestas sinfónicas y de las de Ray Conniff, bailoteos (¡uy, se me escapó!) y simpatía a raudales, la última jornada casi no te dirigí la palabra. No fueron las ampollas, fue un bajón de ánimo, pero no te lo merecías. Ni por asomo.

¿Y ahora, qué? Tengo un problema: a mí ya no me sirve una escapada cada dos semanas para subir una montaña, comernos una tortilla y tomarnos un café. Ni siquiera cuatro días compartiendo cama, mantel y mochila. En esta ocasión ha habido un cambio. Sutil, pero real.
Quiero quedar a tomar un café porque sí, en cualquier momento. Quiero hablar de la música que me gusta, o de la que no aguanto. No quiero enterarme del percance que ha sufrido alguien diez días después de ocurrir, cuando no se apunte a la siguiente excursión. Quiero cocinar uno de esos arroces al horno que tanto os gustan, pero en mi casa, un día que llueva y no podamos salir. No quiero ignorar qué problemas os agobian, no fuera que tuvieran solución. Quiero que nos tomemos unas bravas con cervecita en el mercado dominical de mi pueblo (que no es mío, solo alquilado). Quiero aprender lo que pueda de todas vosotras, y de vosotros también.
Porque nada es eterno, y me jodería ir perdiéndoos de vista solo por dejar de acudir cada quince días a las Rutas de Chimo.
Todo cambia y nada se repite como ya ha sucedido. Vamos a tener que inventar cosas nuevas.
¡Tomp, tomp, tomp!
Manolo el Trufas.

lunes, 31 de enero de 2011

castelvispal 2ª intentona

16-enero-2011
Castelvispal-Puertomingalvo
Ruta circular de 17,5 kms y 1000 m de desnivel
Nos vemos, como siempre a las 7 y media de la mañana, en el lugar de costumbre y alguien comenta la posible problemática con la que podemos enfrentarnos esta tarde, en el momento de recoger los coches (pues hay partido de fútbol). Rápidamente organizas un corto viaje hasta la Avda de los naranjos, donde todos estacionaremos. Cada vez me asombra más esa capacidad tuya para organizar un grupo de gente (cada día mas numeroso) sin que surjan problemas. Y a las 10 de la mañana una ristra de 7 coches llega a Castelvispal, una pequeña aldea con una iglesia pequeñita, de torre tan baja, que Jaqueliness casi podría hacer tañir su campana en un pequeño salto.
Volvemos a contar con un día primaveral (aunque a mi amiga Leonor, en algún momento le parecerá inclusive veraniego). Comenzamos nuestra caminata descendiendo desde el pueblo y cruzando el Río Linares, junto al que vemos un molino. Papilio y yo, tenemos que hacer un gran esfuerzo para vencer las tentaciones de acercarnos a buscar entre sus piedras derruidas, restos de la maquinaria. Es importante mantener la unión del grupo y no resulta conveniente que nada más empezar la ruta nos dispersemos, así que continuamos camino, bromeando acerca de ello. Muy pronto comienza una fuerte subida por senda que se intercala en numerosas ocasiones con una pista forestal en perfecto estado. Me doy cuenta de lo mucho que algun@s hemos avanzado en nuestras caminatas cuando me siento fuerte, realmente fuerte y al mismo tiempo veo a Leonor y Jaquelinesss entre los primeros miembros del grupo, casi a la par de gente tan preparada como Manolo, el simpático (a este, le cambiaré el mote al final de la ruta de hoy). Miro a Manolo, el amigo y me preguntó si en estos momentos estará pasando por su cabecita la famosa frase:”Chimo c...” pero rápidamente Jaqueliness, Silvia y yo montamos un tandem de piropos y frases bonitas para él, con la finalidad de pegarle un “chute” de animo y positivismo. Nos asombra Jaqueliness (que es todo corazón) y le ha guardado una última rosquilleta para recuperar fuerzas. Al cabo de unos pocos kms nos hallamos en una senda magnifica. A nuestra izquierda, la montaña , que nos asombra con unas bellísimas pareces verticales y alguna que otra canal entre ellas. A nuestra derecha el valle, allá lejano y profundo. Y nosotros, inmersos en el bosque de robles y arces (ya sin hoja), salpicado por isletas de pino silvestre y pino negro. Son casi 7 kms hasta llegar a Puertomingalvo, para los que necesitamos unas 3 horas. Un tiempo maravilloso en el que quedan patentes muchas cosas (que si esto, que si aquello, que si lo de más allá...):
ü que si los cuarentones del grupo nos crecemos al comprobar que los jóvenes recién allegados parecen tener menos fuerzas que nosotros y se quedan detrás (solo lo parecen, pero nosotros a la nuestra jejeje)
ü que el espíritu extrovertido sirve para que bromeemos constantemente y le demostremos a los nuevos que los recibimos con los brazos abiertos
ü que nuestro esfuerzo y afán de superación son increíbles y queda patente cuando veo a Jaqueliness después de sus 80 kms en bici de ayer, seguidos de una partida de padel, en la que por supuesto quedó vencedora (¿acaso alguien lo dudaba?). (Para Javier T habrá una notita al final de esta crónica).
ü que si que si los más fuertes lo son, no solo de piernas, sino también de corazón, cabeza y espíritu. Y es que ante el bajón de un miembro del grupo, algunos nos desesperamos por intentar arreglarlo (buscando camiseta de manga corta o en su defecto más fresquita que la camiseta de esquí que nuestra amiga Leonor lleva, pero sin conseguirla encontrar; otros desprendiéndosela del cuerpo, con una enorme dosis de compañerismo y haciéndole entrega de ella para que se cambie, otros sacando de la mochila una pastilla de glucosa, en lugar de reservarla para ellos mismos por si llega un momento de bajón, y otros tirando de la mano de nuestra amiga, dándole aliento y ánimos para que continúe en la dura subida. Ainssssssssss Jose, aparte de las bromas que constantemente te gasto, sabes que tu actitud te honra!)
ü que si en realidad todo esto lo hacemos por la comilona que nos espera después y que gracias a Dios, se ha quedado en los coches...



La ruta continúa, tras las andadas y desandadas necesarias en todo buen grupo que se precie y siga fehacientemente al organizador, sin darle tregua para que el gps le confirme cual es el desvío correcto... Philipe elige un camino desde donde puede supervisarnos con su elegante porte (a menudo, separarse un poco del grupo y observar de cerca, es bueno no? Distintos puntos de vista, son buenos siempre).
Comienza un descenso muy fuerte y las prisas. Chimo tira de nosotros para conseguir nuestro objetivo, que no es otro que zampar. Ay no! Quise decir, que no es otro que llegar a una hora prudente a nuestra cita con nuestro querido amigo Vlcknight. Que lo será más a partir del momento en que descubramos sus actitudes culinarias (las humanas se le detectaron hace mucho, mucho tiempo).
Llegamos a la cascada (de quien, José?) y hacemos la foto de rigor. Esa foto de grupo en la que curiosamente siempre parece faltar alguien (al menos el angel que nos acompaña en todos nuestros andares). Bromas, risas de nuevo y empieza el subidón hacia una magnifica masía (Las nogueras, si mal no recuerdo) con su granja, su huerto, su invernadero y su cobertizo lleno de la cosecha de todo el año. Perdemos la senda y nos toca subir por lugares inhóspitos que invitan a que unos le presten ayuda a otros y otros le presten una rama en la cara de vez en cuando a los unos (pero nunca con malas intenciones). “Cuidado ahí, que esa rama tiene pinchos” “Ten precaución que hay mucho barro y te clavas hasta...” Mantén la distancia de seguridad, Liliana porque cuando pase te tiraré la rama sin querer...”Vuelve el compañerismo, la solidaridad con los demás, las sonrisas tan apenas esbozadas, como consecuencia del cansancio...Y alcanzamos la casita. Ummmmmmmmmmm que envidia tener una casita asi! Nos vamos de ella, no sin antes haber mantenido una agradable conversación con los dueños, pues al grupo Acendado le gusta promover las relaciones humanas. Continuamos por la pista donde encontramos una fantástica pendiente que no impide que callemos y sigamos interactuando entre nosotros. José y esta cronista bromean e inventan la “historia” de los dueños de la vivienda hasta que José de nuevo se percata de que el buen montañero no debe abandonar a los amigos en el intento, así que se dispone a ir codo con codo con Leonor, haciéndola reír y olvidar la pendiente tan pronunciada que aún debemos vencer. Mientras a mi, me surge la vena (no se si de superación o competitiva) y los dejo a ambos, subiendo, subiendo, rebasando a muchos, entablando con ellos conversación a mi paso, conociéndolos un poco más y percibiendo que no me falta el resuello como hace 6 meses. Y alcanzo a mis amigos Silvia y Chimo para unirme a ellos y reír. Cada vez me siento un poco mas cerca de ti, Silvia, en todos los sentidos y en esta ruta lo he notado especialmente. Eso me gusta ¿sabes?. Aunque a nivel físico se que aún queda mucho para que consiga finalizar una ruta como tu, chaqueta en ristre (esta vez sí) y sin sudar ni una gota (esta vez no). Llegando al pueblo, ahí esta nuestro fiel amigo Vlcknight, cámara en ristre, esperándonos y le pido una foto, un primer plano de mi cara, pues se que debe reflejar un agotamiento motivado por el esfuerzo, que no quisiera olvidar en mucho, mucho, mucho tiempo. Sacamos las viandas y empieza la fiesta, porque hay que celebrar el cumpleaños de nuestro amigo Angel007, el pastor (he decidido ponerle ese mote porque anda y su cara nunca refleja el más mínimo cansancio) y reir a carcajadas con las locuras de nuestro querido Romu pero.... esa es ya otra historia que no voy a contar aquí. Si no de que íbamos a hablar en los toldos verdes la próxima vez que nos citemos? Siiiiiiiiiiiiii, ya se, siempre podemos criticar a alguien jejeje por ejemplo a Francesc el despistado, por dejarse la mochila y no echarla en falta o a Javier T, el iluso (toma mote nuevo) por subestimar el poder de la mente de mi amiga Jaqueliness. Recuerda Javier... la fuerza le acompaña!